Palabras leídas por nuestra compañera Beatriz
Lewin, al instalarse la baldosa por sus queridos hijo y nuera, el sábado 21,
día de la primavera, día del cumpleaños de Marcelo…
Queridos
familiares, Madres de Plaza de Mayo Línea Fundadora (mis hermanas), Amigos:
Estamos hoy aquí
reunidos los papás, hermanos y sobrinos de nuestros queridos hijos Mirta y
Marcelo, en esta última vereda que pisaron la aciaga noche del 18 de Mayo de
1978, en que fueron secuestrados por un grupo de tareas de la genocida
dictadura militar.
Para recordar y
homenajear a Mirta y a Marcelo, a 35 años de su desaparición y para contarles
de ellos, “los chicos”, como los seguimos nombrando.
En ese entonces
Marcelo tenía 21 años y Mirta 20. Se conocieron unos años antes durante unas
vacaciones, se enamoraron y formaron la hermosa pareja que muestran las fotos.
En 1970 ya corrían
tiempos difíciles, Marcelo cursaba la secundaria en el colegio Nicolás
Avellaneda, 4º y 5º año en el turno vespertino porque dijo que quería trabajar
y mantenerse, y así fue.
Creo que formaba
parte del centro de estudiantes y me contaba cuando en las marchas en las
calles la policía los fotografiaba y los corrían, las tomas del colegio.
Ante mis temores y
pedido de cuidado, el me decía que “no pasaba nada…”, yo creo que le quería
creer…
Él era alegre,
generoso, muy sensato en cuanto a las relaciones familiares. Marcelo tiene un
solo hermano, mayor que el, que también en esa época pasó vicisitudes durante
las tomas de la facultad de medicina, y hoy nos acompaña con su esposa, hijos y
nieta.
En 1975, terminada
la secundaria, Mirta ingresó a la carrera de Terapeuta Ocupacional y Marcelo a
Ciencias de la
Educación. Ella trabajaba por la tarde en el negocio de sus
padres y los medio días almorzaba con ellos. Marcelo trabajaba por la mañana en
el Banco Provincia casa central y lo hizo durante 3 años hasta su detención. Me
llamaba invariablemente todas las mañanas a la oficina donde yo estaba
empleada.
En Julio de 1977 se
casaron y vinieron a vivir al deto 1º B de este edificio (A. Jonte 2250).
Su luna de miel fue
en Córdoba, en el hotel del Bco. Provincia. De allí se trajeron un pequeño
perrito que encontraron al que cuidaron con todo amor y lo llamaron “Egus”.
Eran independientes
económicamente y bien organizados.
Los sábados iban a
una villa en flores para dar ayuda escolar a los chicos. En ese mes de mayo del
78 estaban preparando la fiesta del 25 de Mayo en la villa: las familias iban a
preparar empanadas, yo les prestaba mi tocadiscos…. Esa era su manera de
militar, trabajaban, estudiaban, militaban para crear “un Mundo Mejor y el
Hombre Nuevo” que ellos soñaban y sigue soñando cada generación.
Marcelo se reía
cuando yo le decía que eso podía ser peligroso…si no tendrían que irse del país.
Ahora estoy segura
de que ellos ya sabían que había miles de desaparecidos, incluso tal vez algún
buen amigo, pero no translucían nada…
Así es que no
llegaron a su fiesta del 25 de Mayo, porque el 18 se los llevaron….
El único día que no
se comunicaron con nosotros, con Tita corrimos a su casa y el encargado nos
contó que a la madrugada los bajaron encapuchados y encadenados, llevando
también el perrito y valijas llenas de todo lo que se robaron.
Entonces si, el
terror se apoderó de nosotros y comenzó esa larga noche sin amanecer que
significó la desesperada búsqueda.
Comisarías,
abogados, Hábeas Corpus que volvían denegados. En la Liga Argentina por
los derechos del Hombre, una larga fila de una cuadra, allí estaba toda la
verdad: decenas de personas para denunciar el secuestro de sus familiares,
hombres, mujeres, algunas embarazadas, de todas las edades y situación social.
Recorrimos todas
las instancias civiles, militares, religiosas, embajadas. Todas sin respuesta.
En 1980 estuve en
Amnesty Internacional , Londres. Allí
tenían toda la información de los sucesos en Argentina, incluso ya figuraban
los nombres de Mirta y Marcelo. Su papá fue a ver al Papa, que no lo recibió,
lo atendió un secretario.
En Europa se sabía
todo, mientras que acá se decía que “los argentinos somos derechos y humanos”.
Hubo mucha gente
solidaria, que aún a riesgo de sus propias vidas, trataron de ayudarnos, entre
otros el Sr Robert Cox, director del diario Buenos Aires Herald, quien ya nos
hablaba de “los vuelos de la muerte”. También el Rabino Marshall Meyer, quien
ayudó a salir del país a muchas personas y nos asistió al grupo de familiares
de detenidos judíos desaparecidos, que fuimos más de 2000.
A partir de 1983,
con el retorno de la democracia, luego del juicio a las juntas, el libro “Nunca
Más” y las investigaciones, supimos que en todo el país hubo más de600 centros
clandestinos de detención. Lamentablemente Mirta y Marcelo no fueron vistos en
ninguno de ellos. Solo por la escuela de mecánica de la armada pasaron más de
5000 detenidos, torturados y eliminados cruelmente.
Los antropólogos
forenses trabajan en la identificación de los restos que se van encontrando y
se entregan a los familiares, y abuelas para la restitución de los bebés y
niños apropiados, a sus verdaderas familias.
Actualmente se
están llevando a cabo numerosos juicios, aunque por ahora no podemos entrar en
ninguna querella porque no fueron
vistos en ningún centro de detención.
Ya hay 441
militares condenados a cárcel común y perpetua y en curso 400 juicios más.
Finalmente, a los
10 meses de casados, los criminales se llevaron la vida de Mirta y Marcelo y la
de los hijos que soñaban tener, hasta la de los nietos…porque hoy podrían ser
abuelos….
Los nombres de Mirta
y Marcelo hoy están grabados en la piedra junto con otros muchos miles en el
parque de la memoria, construido sobre el Río de La Plata, destino final de
tantas víctimas y monumento gigante al “Nunca Más…”
Y porque hoy, el
día de la primavera, hoy, Marcelo cumpliría 57 años, mi corazón grita:
“Ni olvido, ni
perdón, ni reconciliación”!
Marcelo Dyszel,
presente!
Mirta Schwalb,
presente!
30.000 detenidos
desaparecidos, presentes!
Ahora y siempre!!
Ahora y siempre!!
Beatriz Lewin –
primavera 2013.
Las familias de Mirta y Marcelo agradecen
profundamente al “Grupo de Memoria de La Paternal” y a sus
jóvenes que se ocuparon con tanto cariño de esta baldosa.